Ayer viajaba en el colectivo y creo que arriba de ese transporte público había más smartphones que personas que los llevaban; la invasión tecnológica es un hecho y por más conservador que uno quiera ser, el pertenecer a la manada de simios nos hace sumergirnos en el mundo tecnológico sin darnos cuenta.
Hoy en día,
la cultura te demanda estar actualizado, estar conectado porque hoy TODO se
hizo digital.
Ahora el
mundo tiene que adaptarse para caber en una pantalla cada vez más chica y
práctica. Ahora los medios de comunicación tienen que adaptar sus contenidos
para que puedan ser vistos desde dispositivos móviles, ahora los bancos tienen
que crear programas para que los clientes accedan a información desde donde estén, hasta los
programas de televisión tienen aplicaciones para que se puede "interactuar
a la distancia". Ahora el mundo se mueve por teclas, por botones
programados, por likes, por una dominación tecnológica. Ahora el vocabulario
cambia, se incorporan términos, se googlea, se facebookea. Ahora cualquiera
puede ser un tremendo fotógrafo gracias a las herramientas y los filtros, ahora
cualquiera puede decir lo que piensa por más comentario boludo que sea. Ahora
cualquiera puede tener un blog.
El acceso a
la tecnología puede resultar atractivo, pero también puede ser adictivo lo que
nos lleva la dependencia de estos aparatos. A estar permanentemente conectado
porque si no nos sentimos vacíos.
En Inglaterra
se desarrollaron encuestas y se obtuvieron resultados donde el 41% de la
población inglesa tiene dos o más smartphones, a raíz de estos números se llegó
a la conclusión que el 66% padece "nomofobia".
Este
término es la abreviación de la expresión "no-mobile-phone phobia",
que se adjudica al miedo a estar sin el teléfono móvil. Se la conoce como la
enfermedad del Siglo XXI y se manifiesta en síntomas como ansiedad, malestar general, enfado o inquietud,
negación, y disminución de la autoestima. El mayor problema lo presentan los
jóvenes que tienden a aburrirse cada vez más con las actividades de ocio y a no
sentirse satisfechos con nada.
Ese pequeño
dispositivo que nos acompaña a todos lados, que duerme al lado nuestro porque
nos despierta a la mañana siguiente, que nos avisa de nuestros compromisos y
nos mantiene alerta de las novedades, que nos permite estar informados, que nos
ofrece una aplicación diferente todos los días para entretenernos, aprender,
jugar y facilitarnos la vida, es increíble. Lo que un dispositivo, del tamaño
de la palma de una mano, puede hacer es increíble pero escalofriante.
Porque si
lo pensas, si paramos un segundo a pensar nos vamos a dar cuenta de que es real
que no podemos vivir sin él. Como su nombre lo indica, es una célula más del
cuerpo, una célula digital, un celular.
Simio Menor, un cell-walker más.
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